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viernes, 19 de diciembre de 2014

Ave y Río

Ave voladora
de volátiles revuelos,
altos vuelos celestiales
entre nubes condensadas.
Corriente encantadora
que canta con tu encuentro,
abrupto recorrido
de aguas turbulentas.

Ave y río.
Origen destinado
en su punto de partida.
Cambio estatizado
en su dinámica existencia.
Volamos y corremos:
río de aves voladoras,
plumas de follaje rivereño.

Soy esta corriente
de calma y exabruptos,
rápidos y esteros
que viven y vegetan
que te aman y detestan.
Ese vuelo eres,
etéreas libertades;
ese sueño eres,
pasajeras tranquilidades.

Y este Río que corre
entre los filosos riscos
de la vida cotidiana,
y el Ave que regresa
a besar las cristalinas aguas
del Río que no ha dormido.

Y esa simbiosis vital
y ese contacto puro
y ese yo que no soy tú
y esa tú que no eres yo
y ese nosotros,
que sí somos nosotros:
henos aquí encontrados,
tu frescura de vuelo
con mi libertad de cauce.

Vuela Avecilla,
ve por tu Amoroso.
Rehúye las venas fluviales
del arroyo sangriento,
esquiva la arteria hidratada
de violencia sangrante.
Corre y vuela, recorre y revuela
porque el ave
siempre regresa al río

y este Río, caramba,
siempre refresca a su Ave.


Refulgentes arreboles,
frustración de amor;
el Río se escabulle
pero nunca te rehúye.
Río de bajos revuelos,
corriente sanguínea
de arterias complicadas,
corriente traicionera
entre el verde follaje
por verdad entreverdeado,
ramas,
hojas,
troncos,
pájaros.

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